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Arrepentimiento y perdón cuando no se sienten es necesario

Al prepararme para escribir esta columna me encontré con varios obstáculos. Primero, tiempo. No podía encontrar un minuto para sentarme y enfocarme a terminar de escribirla. Segundo, batallaba en cómo escribir algo distinto a la del año pasado. Leí meditaciones, devociones y oraciones para la Cuaresma, recursos que nos acompañan durante esta jornada. En una de ellas leí A Wonderous Love (Un Amor Maravilloso) de Henri J.M. Nouwen y C.S. Lewis, dos autores de renombre internacional. Nouwen un sacerdote y Lewis uno de los colosos de la literatura del Siglo XX, entre los dos escribieron más de 70 libros sobre la vida espiritual.

En una de sus meditaciones hablaron del perdón. C.S. Lewis asegura que “el cristianismo dice que se arrepientan y les promete el perdón. Por lo tanto, hasta donde yo sé, no tiene nada que decir a aquellas personas que no sienten la necesidad de pedir perdón porque incluso no saben que han cometido una falta que amerite tal gesto. Es después de haberse dado cuenta de que hay una ley moral real y un Poder detrás de la ley que ha roto con su falta, poniéndose en contra de su Poder. Es entonces, cuando después de todo esto, y no antes, que el cristianismo comienza a hablar”.

Palabras sabias. Si te encuentras en una situación como la que describe Lewis y no sabes o no sientes que hay que buscar la reconciliación, puedes tomar ciertos pasos para reconocer los momentos de tu vida en los que te puedes beneficiar del perdón.

El primer paso es empezar con la oración. Trata de reflejar tu vida desde tu última confesión o en general si es que nunca recibiste el Sacramento de la Reconciliación. Medita en cómo en tus pensamientos, palabras y acciones te has descuidado de vivir los mandamientos de Cristo que son “amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” y “amar a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22, 37-39).

Para ayudarte con este examen de conciencia, como la Iglesia lo refiere, es buena idea revisar los Diez Mandamientos y Las Bienaventuranzas, para conocerlos y empezar a entender cómo hemos vivido a partir de ellos, y es allí donde “el cristianismo comienza a hablar” como describe Lewis. Los Diez Mandamientos y Las Bienaventuranzas hablan al interior del alma de aquel que busca conocer más.

Como segundo paso la Iglesia nos pide ayunar y hacer un sacrifico para recordarnos el sufrimiento y la muerte de Jesús en la cruz. Nos alienta también a dar más de nuestro tiempo y tesoros a los pobres y los necesitados.

No olvides fijarte metas prácticas que puedas llevar a feliz término, es una manera de cumplir tus objetivos y al mismo tiempo de evitar el desamino cuando es demasiado difícil poner todo ello en práctica. Así, cuando uno toma acciones, por iniciativa propia, para acercarlas a Dios, poco a poco un cambio en tu vida y en tu interior se va haciendo evidente. Eventualmente estos cambios, con la gracia y misericordia de Dios, nos llevan a una transformación para Su Gloria.

Durante la Cuaresma trata de reconocer tus faltas y reconciliarte para que puedas alcanzar una transformación de vida espiritual y acompañar a Jesús durante este camino.