Nuestra diócesis

El desafío físico no impide a un fiel realizar la procesión

Fortunato Benavides muestra su pierna ortopédica durante un descanso en la procesión desde su parroquia, Nuestra Señora de los Dolores en Corona, al primer Reavivamiento Eucarístico de la Diócesis de Brooklyn el sábado 20 de abril. (Foto: Bill Miller)

CORONA – Una ola de personas, 1.476, vestidas con camisetas amarillas, salió de la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores de Corona el sábado 20 de abril, con destino al primer Reavivamiento Eucarístico de la Diócesis de Brooklyn.

El lugar de celebración estaba a 1,3 millas de distancia, en el estadio Louis Armstrong, donde la procesión pasó a formar parte de la congregación diocesana de más de 6.500 adoradores de Jesucristo Eucaristía.

El párroco, el padre Manuel de Jesús Rodríguez, iba al final de la procesión con un puñado de feligreses emocionados.

A poca distancia llegó otro hombre, también con la camisa amarilla, caminando con bastón y una evidente cojera.

«Eh, ése es mi amigo», dijo el también feligrés Ramón Polanco. «Lleva una pierna ortopédica».

Polanco explicó que conoció a Fortunato Benavides Rosales a través de la «Hermandad de Emaús». Esta organización nacional ayuda a los católicos a profundizar en su fe y avanzar en el discipulado para la Nueva Evangelización.

Nuestra Señora de los Dolores inició un capítulo local en 2022.

Polanco decidió quedarse atrás y caminar el resto del camino con su compañero de Emaús. Benavides es de México; Polanco, natural de la República Dominicana, le hizo de intérprete.

Benavides, que perdió la pierna derecha por una trombosis, dijo que llevaba bien la procesión.

«Sólo que no puedo andar rápido», dijo.

Su nueva prótesis, de unos cuatro meses, no le dio ningún problema el sábado. En cambio, le dolía un poco la espalda.

Los dos hombres charlaron brevemente y bromearon para ponerse al día desde la última vez que se vieron.

Ramón Polanco (izquierda) y Fortunato Benavides sirven en el grupo de discipulado de la Hermandad de Emaús en Nuestra Señora de los Dolores de Corona. Juntos, como los dos peregrinos del Camino de Emaús, recorrieron la parte final de la procesión de su parroquia hacia el Reavivamiento Eucarístico. (Foto: Bill Miller)

Polanco explicó que la organización Emaús basó su nombre en Lucas 24:13-35, en el que dos hombres que viajaban de Jerusalén a la ciudad de Emaús lamentaban la crucifixión de Cristo.

Un tercer hombre se les unió, aunque no lo conocían, o eso creían. Era Jesús, resucitado de entre los muertos, que desapareció justo después de revelarles su identidad.

Al igual que los dos hombres que se dirigían a Emaús, Polanco y Benavides continuaron su camino hacia el estadio. Pero a diferencia de los dos peregrinos descritos por San Lucas, estos hombres sabían que Cristo les esperaba en el estadio, en la Eucaristía.

Cuando se le preguntó por qué había decidido venir, Benavides respondió: «Es importante porque Dios es primero. Dios es mi vida».

No fue el único peregrino moderno que soportó incomodidades para asistir al reavivamiento.

El Padre Carlos Agudelo, párroco de la Parroquia de San Leo en Corona, dijo que unos 400 de sus feligreses también formaron una procesión al evento. Dos de ellos, dijo, han estado recibiendo quimioterapia contra el cáncer.

El párroco dijo que no se quejaron durante la caminata ni durante la larga espera para entrar por las puertas.

«Ves eso y dices: “Ahora sí hay amor por la Eucaristía”», dijo el padre Agudelo. «Están débiles, físicamente, y sin embargo caminaron con nosotros hasta el estadio. Y permanecieron todo el tiempo. Rezaron y la gente les ayudó.

«Eso me llegó al corazón».